Fernando Vázquez Rigada En elecciones nadie gana: alguien pierde. La fórmula del éxito: una buena estrategia y cometer el mínimo de errores. Luego, aprovechar al máximo los del contrario. El presidente cometió un grave error el viernes. Sus consecuencias pueden ser anchas, largas y profundas. El plano electoral ha cambiado notablemente. El triunfo opositor era […]
Fernando Vázquez Rigada
En elecciones nadie gana: alguien pierde.
La fórmula del éxito: una buena estrategia y cometer el mínimo de errores. Luego, aprovechar al máximo los del contrario.
El presidente cometió un grave error el viernes. Sus consecuencias pueden ser anchas, largas y profundas.
El plano electoral ha cambiado notablemente. El triunfo opositor era poco creíble. Luego fue posible. Hoy es probable.
La probabilidad de una nueva alternancia se explica por 7 factores.
- Se produjo un cambio de juego. Provino de las grandes marchas ciudadanas, el resurgimiento del poder judicial, la nueva composición del Congreso, la articulación del Frente Amplio por México, la definición de un método innovador y el surgimiento de un liderazgo atractivo.
Las oposiciones hoy tienen ya organización, programa (a medias) y liderazgo.
- A un México indeciso y desencantado Xóchitl Gálvez no le ofrece una narrativa: la encarna. Habría que releer la última entrega de “El liberal Salvaje” para entenderlo. Hay un México vastísimo que quiere estudiar, trabajar y emprender para salir de la pobreza.
- Las oposiciones perfilan un equipo de personas con experiencia y preparación: Santiago Creel, Enrique de la Madrid, Beatriz Paredes, José Ángel Gurría, Ildefonso Guajardo. Falta sumar ciudadanos: José Ramón Cossío, Miguel Carbonell, Sakia Niño de Rivera, el doctor Francisco Moreno, Luis Enrique Velasco o Patricia Espinosa, como botones de muestra. El renacer mexicano es posible.
- El oficialismo está atascado con candidatos que no emocionan, sin carisma, confrontados y ofreciendo más de lo mismo, pero peor. La candidata designada se desinfla.
- Hay un deterioro muy sensible de la seguridad pública: cada vez más cruel y temible. El crimen organizado desafía: ya no les satisface ser socios. Quieren todo. Y, ojo, el miedo es un potente movilizador de voto.
- Hasta el jueves, la estrategia del Presidente funcionaba: estaba arrastrando a las oposiciones a convertir la elección en un plebiscito AMLO/Anti AMLO. Ahí ganaba. Pero se equivocó. Su abuso el viernes alertó a una amplia franja de la sociedad sobre el peligro en ciernes. Si se sabe aprovechar, el eje pasa a otras coordenadas: libertad/dictadura, en principio. Ahí se puede ganar, aunque falta un contenido social.
- Se gestó una efervescencia de la sociedad civil que, de mantenerse, puede detonar una alta participación electoral: único seguro de vida para la victoria.
El error del Presidente fue bien capitalizado. No sólo fue sintomático: lo desnuda; en su autoritarismo, pero también en su temor. La tormenta de bots del domingo contra Xóchitl habla de que la elección se está moviendo y de que hay inquietud real: nadie ataca a un muerto.
Esto no significa que la elección está resuelta, pero está en disputa.
Un gran avance.
La suma de factores quizá haga que López Obrador replantee su decisión de nominar a Claudia Sheinbaum. Su postura se endurecerá. Tratará de cerrar filas, comprar, perseguir, reprimir para, como Jalisco, si no gana, arrebatar.
Las oposiciones, por su parte, deberán entender que tienen un voto en tercios. Uno es el de los partidos. Otro el de la sociedad civil anti AMLO. No alcanza. Falta llegar a desencantados, abstencionistas y voto blando de Morena. Se puede. Pero hay que seducirlos.
El peor error sería pensar que la espuma de estos días es permanente y es definitiva. Sin conectar con mujeres, jóvenes y sin ofrecer esperanza a los más necesitados, los votos no alcanzarán para forzar la alternancia.
Si se entiende que hoy se está uniendo y movilizando a quienes ya estaban convencidos, pero divididos, de votar en contra de Morena, se tendrá un gran avance. Siempre se empieza por solidificar la base. Eso exige no creer el espejismo de que la base es todo el electorado.
Tampoco hay que caer en su trampa. La elección no debe ser sobre AMLO, sino sobre las y los mexicanos. Y las y los mexicanos incluyen a una mayoría (nos guste o no) que aprueban las actuales políticas, aunque no necesariamente siempre vayan a votar por Morena. Una mayoría que va a definir la elección.
Falta mucho. Se trata de no cometer errores.
Nadie gana, alguien pierde.
@fvazquezrig
Los comentarios están cerrados