Puntales Agustín Vargas El paquete económico del 2024 que el Ejecutivo Federal deberá entregar al Congreso de la Unión en estos días, adquiere un significado especial, ya que prepara la transición en medio de un periodo electoral y el inicio de la próxima administración pública federal. A más tardar el próximo viernes 8 de septiembre […]
Puntales Agustín Vargas
- Más gasto e insuficientes recursos
- Pemex, foco de atención
- Contención de deuda
- Hábitat celebra 18 años
El paquete económico del 2024 que el Ejecutivo Federal deberá entregar al Congreso de la Unión en estos días, adquiere un significado especial, ya que prepara la transición en medio de un periodo electoral y el inicio de la próxima administración pública federal.
A más tardar el próximo viernes 8 de septiembre el presidente Andrés Manuel López Obrador, a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, deberá entregar al Congreso el paquete económico, conformado por los Criterios Generales de Política Económica para el año 2024, así como la iniciativa de Ley de Ingresos y el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación.
México llega a este presupuesto, como ha sido una costumbre en los últimos años, con poco margen de maniobra, en un entorno de creciente gasto público ya comprometido e insuficientes recursos fiscales para respaldarlos.
Cabe destacar que en la presente administración algunas métricas de finanzas públicas se han deteriorado, en particular las del déficit fiscal. Esto es, los incrementos de gasto han sido mayores al de los ingresos presupuestados.
Sin duda será un presupuesto complejo para un año difícil. En los primeros ejercicios fiscales de esta administración le ayudó al gobierno federal la existencia de recursos financieros en los fondos de estabilización. Actualmente estos recursos prácticamente se han extinguido.
En los últimos dos años le ha beneficiado que el desempeño económico ha mostrado una mayor resiliencia de lo esperado por la mayoría de los analistas, por lo que sus premisas de crecimiento del PIB se han cumplido, lo que ayuda a que no se caiga la recaudación, sobre todo tributaria.
La Secretaría Hacienda, a cargo de Rogelio Ramírez de la O, ya adelantó en los Pre-Criterios de Política Económica, que proyectará un crecimiento del PIB de entre 3 y 4 por ciento para 2024, nivel parecido al estimado para 2023.
Sin embargo, algunos analistas advierten que en 2024 es probable que la economía mexicana se desacelere y con ello habría menores recursos fiscales, dificultando el cumplimiento de las metas. En este 2023 uno de los principales ingresos que ha sostenido la recaudación ha sido el Impuesto Sobre la Renta (ISR) de las grandes empresas. Difícilmente sería un evento sostenible a lo largo del tiempo.
Gasto público creciente
Especialistas de CIBanco explican que esta probable reducción de recursos implicaría una mayor vulnerabilidad financiera ante eventos imprevistos. A esto se suma el crecimiento del gasto público, que se ha centrado en transferencias directas de efectivo, lo que crea rigidez adicional en la reducción del gasto debido a su alta carga política.
Afirman que en un año electoral, este sesgo político se podría intensificar, tanto en la distribución en la estructura programática, como en los valores asignados. Citan, como ejemplo, que ya se anunció que el programa para adultos mayores aumentará de 4,800 a 6 mil pesos bimestrales.
El panorama para empresas productivas del Estado como Pemex es igualmente un foco de atención. La percepción negativa sobre la petrolera sigue afectando la estabilidad de las finanzas públicas, y la necesidad de financiamiento continuo para la empresa pondrían más presión sobre los recursos del gobierno federal.
Incluso se filtró que el presupuesto podría incluir recursos para que Pemex haga frente a sus compromisos de vencimiento de pagos en 2024, que en total ascienden a 11 mil millones de dólares.
Es probable que se intente de nuevo definir una trayectoria de contención para la deuda pública. Sin embargo, esta contención no garantiza que su trayectoria de largo plazo sea sostenible, lo cual, en última instancia, dependerá de la solidez de las fuentes de ingreso para respaldar los crecientes compromisos de egresos.
Esto es, de nada sirve mantener niveles cercanos al 50% de deuda como porcentaje del PIB, si no existe un plan sostenible de mejora recaudatoria continua.
A pesar de los retos y riesgos que ofrecen las finanzas públicas, el gobierno todavía tiene espacio de deterioro de déficit público antes de ser observado por las calificadoras de deuda. Quizá la presión más fuerte y necesidad de reforma se presentará más evidente con el próximo gobierno.
Hábitat, 18 años
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