Fernando Vázquez Rigada. Parafraseando al dicho: mal empieza la semana para el que ahorcan en martes. El martes 5 se definirá mucho del futuro de México. No dependerá de nosotros, como ocurre en una elección. Tampoco de la decisión una persona, como sucede con actos de poder. Vendrá de una discusión de 11 que integran […]
Fernando Vázquez Rigada.
Parafraseando al dicho: mal empieza la semana para el que ahorcan en martes.
El martes 5 se definirá mucho del futuro de México.
No dependerá de nosotros, como ocurre en una elección. Tampoco de la decisión una persona, como sucede con actos de poder.
Vendrá de una discusión de 11 que integran el máximo tribunal del país con respecto a la constitucionalidad de la reforma judicial y, luego, de la decisión del electorado de Estados Unidos.
La primera puede desembocar en la más grave crisis constitucional desde el asesinato del presidente Madero.
La segunda puede poner en riesgo el tratado comercial que nos une con Estados Unidos y Canadá, cuyo comercio equivale a más del 55% del producto interno bruto nacional. Eso sucederá sí o sí. Harris y Trump han prometido revisar a fondo ese mecanismo. Pero el resultado electoral nos meterá presiones en el flanco migratorio y, peor si gana Trump, podría llegar a comprometer la soberanía nacional.
El martes al mediodía, la Suprema Corte de Justicia de la Nación discutirá el proyecto del ministro González Alcántara sobre la constitucionalidad de la reforma judicial.
A gruesos brochazos, el proyecto invalida la elección de jueces de distrito y magistrados. En consecuencia, declara inconstitucional su despido, su disminución de ingresos y la figura de jueces sin rostro. Lo demás, en términos generales, sería avalado.
Parece una sentencia pensada para dar una salida política a un conflicto mayúsculo.
Permanecería la elección del 2025 pero sólo para ministros, magistrados electorales y del Tribunal de disciplina.
Las decisiones torales quedarían con una Corte a modo de Morena y otorgaría el poder sancionador del Tribunal de Disciplina, pero la justicia que más afecta a las y los ciudadanos quedarían en manos de abogados con carrera judicial.
Con ello, además, se ahorrarían muchos de los 13,200 millones de pesos que costarían los comicios como está planteado. Comparen: la elección federal de junio pasado tuvo un costo organizativo de 8,800. Si se mantiene como están las cosas, en el 2027 gastaremos alrededor de 20 mil millones de pesos.
Además, el consejero del INE, Arturo Castillo, ha difundido la complejidad de la elección: en promedio, cada ciudadano deberá elegir 52 cargos de entre 405 candidatos. Imposible ejercer un voto informado. Menos, razonado. La jornada electoral, de llevarse a cabo de las 8 a las 18 horas, tendría una duración de 4 días, al menos, con todo lo que implica.
Si la Corte avala por 8 votos el proyecto, el oficialismo podría desacatarlo y de ahí se desencadenaría una crisis cuyas consecuencias son imprevisibles.
Por la tarde, iremos sabiendo el resultado de la elección en EU. Es un perder-perder para México.
Los republicanos, decía José López Portillo, amenazan con pegarnos con el garrote. Los demócratas nos pegan sin garrote.
Harris sería el mal menor. Trump ha amenazado con aranceles, expulsión de un millón de migrantes y, ojo, intervención militar contra los cárteles del narcotráfico. Hay un empate técnico, pero las tendencias favorecen al republicano.
Un dicho de él tumbó la cotización frente al dólar, que hoy se mantiene por encima de los 20 pesos sólo por la incertidumbre que provoca el probable triunfo del magnate.
Si gana, los temores serán realidad.
El martes amaneceremos con un país con incertidumbre.
El miércoles, quizá, estaremos atrapados en el reino del caos.
@fvazquezrig
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