Un muro novohispano descubierto al supervisar obras de drenaje en el barrio de La Lagunilla en Ciudad de México corresponde, presumiblemente, a una barda perimetral de un edificio público en funciones entre los siglos XVII y XVIII, informó este martes el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Además, contiguo a la cara exterior de […]
Un muro novohispano descubierto al supervisar obras de drenaje en el barrio de La Lagunilla en Ciudad de México corresponde, presumiblemente, a una barda perimetral de un edificio público en funciones entre los siglos XVII y XVIII, informó este martes el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Además, contiguo a la cara exterior de este segmento de muro, se registró un piso de estuco y lajas de la época prehispánica, posiblemente de lo que fue un patio.
En un comunicado, se indicó que el equipo de salvamento arqueológico del INAH, que acompaña a las obras de sustitución de drenaje, “ha explorado un tramo de muro de casi ocho metros de longitud y una anchura de 75 centímetros, de características más burdas al localizado semanas atrás, que indica que esta barda tuvo modificaciones a lo largo del tiempo”.
Una primera pared, de la que se informó el 25 de julio, se detectó a 60 centímetros de la superficie y mantiene poco más de un metro de altura y se “salvó de la destrucción” gracias a los durmientes del tranvía que cruzó por la vialidad, de finales del siglo XIX a inicios de la década de 1970, que impidió que otras obras afectaran el subsuelo.
Del segundo muro, reportado este día, el equipo expertos, coordinado por el arqueólogo Juan Carlos Equihua Manrique, ha registrado cerca de 30 metros de este muro perimetral, aunque no se tienen paredes transversales que permitan delimitar el terreno que flanqueaba.
“El tramo de muro que acabamos de explorar en el lado norte de la excavación corresponde a una modificación de la barda original, la cual rompieron en algún momento y luego fue reconstruida. Cabe mencionar que ambas secciones de pared desplantan a niveles distintos, el muro sur arranca mucho más abajo”.
El especialista dijo que “son evidentes” los cambios en este elemento constructivo ya que la manufactura y calidad de los materiales es distinta.
En el lado norte, dijo, “tenemos muchas piedras sin carear y con restos de entortados a base de arena con tepetate y cal, mientras que el muro original tenía piedras careadas, una argamasa de arcilla, además de estuco y un par de accesos de cantera que fueron clausurados”, detalla Equihua, investigador de la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA) del INAH.
El reporte indicó que asociados al segmento de muro recién explorado, en su cara interior se recuperaron materiales cerámicos como páteras o lebrillos, cuyo uso se extendió en la ciudad novohispana entre los siglos XVI y XVIII.
Mientras que contiguo a su cara exterior, se encontró un piso de lajas de época prehispánica (1 m de ancho por 2 m de largo), que podría corresponder a lo que fue un patio.
Equihua dijo que resultó desconcertante hallar este piso del Posclásico Tardío (1350-1519 d.C.) “a solo 1,2 metros de profundidad, cuando en la parte sur de la excavación, donde estuvieron expuestos 20 metros del muro original, las evidencias de la transición entre los periodos prehispánico y colonial se encontraban a 2,5 metros bajo la superficie”.
Destacó que en el seguimiento a los trabajos que realizan la Secretaría de Obras y Servicios y el Sistema de Aguas de la Ciudad de México, en calles del centro de la capital, se registró una pequeña sección de un drenaje novohispano a base de lajas de cantera, paredes de basalto y tapas de 1,4 metros de largo.
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