Miscelánea, salud y política Judith Álamo López Ante la casi total impunidad de los homicidas que alienta la violencia, crecen los flagelos que claman urgente resolución gubernamental para evitar llevar a nuestro amado México a convertirse en un país infernal –no dramatizo– donde la muerte aceche a propios y extraños, pero no son los sembradores […]
Miscelánea, salud y política Judith Álamo López
Ante la casi total impunidad de los homicidas que alienta la violencia, crecen los flagelos que claman urgente resolución gubernamental para evitar llevar a nuestro amado México a convertirse en un país infernal –no dramatizo– donde la muerte aceche a propios y extraños, pero no son los sembradores de discordia los cortados en pedazos ni los aduladores nadan en una corriente de excrementos, como en el infierno de Dante.
No, las llamas del averno parecen alcanzar cada vez más a los inocentes, trátese de hombres y mujeres muertos por daño colateral, alentados los crímenes de odio, como el feminicidio, por la impunidad; y ahí vienen por miles migrantes extranjeros expulsados de sus naciones, dispuestos a vivir la pesadilla que conlleva buscar el sueño americano.
La hermandad entre centro, sudamericanos y mexicanos es una entelequia bolivariana, la realidad duele: son engañados por polleros; secuestrados y extorsionados por bandas poseedoras de las rutas hacia el norte; perseguidos y encarcelados por elementos de seguridad mexicanos o estadounidenses.
La aventura puede tener un final triste para los migrantes, los hay de todas las edades, huyen de la inseguridad y el hambre en sus naciones de origen para, finalmente, luego de meses de caminatas y penurias y vejaciones, ser atrapados y deportados.
En el peor de los casos los resultados son funestos, se convierten en estadística de “muertos por accidente o negligencia”, sin que exista justicia para ellos ni se obligue a rendir cuentas a las autoridades de sus posibles crímenes.
Sólo un mínimo porcentaje logra el ansiado empleo en Estados Unidos y podrán ganar en dólares, malvivir –mal comer, mal dormir, mal estar– unos años para pagar a un grupo de mafiosos vividores la deuda del costoso viaje y, si tiene suerte y buen refugio, podrá mantenerse en EEUU para enviar a los suyos los dólares de su trabajo –”que ni los negros quieren”, decía Fox sin pensar en agraviar a los afroamericanos–.
Luego, gobernantes como AMLO hacen lo inaudito, en lugar de avergonzarse por la incapacidad gubernamental de crear empleos, presumen las remesas de los mexicanos indocumentados como logros de su administración.
Ahora, los tentáculos del demonio alcanzaron a dos jóvenes turistas –un argentino y un canadiense– cuyo pecado fue visitar las bellas costas oaxaqueñas. ¿Qué pasa con México?
Nuestro hermoso país, diverso y atractivo, con riquezas turísticas singulares ha perdido con el paso del tiempo la tranquilidad necesaria para vivir en paz, por eso crece el peligro de dejar de ser una potencia turística, y poder ser visitado por quienes aman el ecoturismo, las ruinas arqueológicas, las ciudades coloniales, las playas y los pueblos tradicionales, entre otros destinos.
Hace mucho que el mal se vino gestando, cierto. Pero vemos que el gobierno actual basado en la palabra de un sólo hombre no es suficiente para detener esta descomposición, el estilo de gobernar del presidente Andrés Manuel López Obrador le impide delegar responsabilidades entre los miembros del gabinete, entre gobernadores y colaboradores. No hay en el caso de los agravios a los turistas, ni antes, ante la muerte de migrantes, quien se encargue de control y reparación de daños.
Ahí está por ejemplo la negociación de la venta de Banamex, atrasada hasta que AMLO dio el visto bueno al llamado “Rey del cobre” Germán Larrea –el segundo hombre más rico de México– para comprar el cuarto banco por activos del país.
Necesitamos una organización administrativa vasta y actuante donde existan líderes profesionales capaces de ejercer en forma desconcentrada sus atribuciones, que sean capaces de hacer equipo, para hacer trabajar a todo el aparato burocrático; un gobierno que combata a la inseguridad y al crimen organizado. Un gobierno que transparente el uso de recursos y rinda cuentas puntuales de lo que administra, un gobierno capaz de rendir informes periódicos de desempeño.
Ya hemos visto que el hombre de Palacio mantiene bajo asedio a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al INAI, al INE, y a todos sus opositores los hace víctimas de diatribas. ¿Por qué razón? porque la SCJN es uno de los tres poderes de la Unión, ajeno al Ejecutivo, a cargo de asegurar justicia para todos y apego a la letra constitucional; el INAI está al servicio de la sociedad y para ello informa sobre el manejo de los recursos públicos y el INE está para garantizar elecciones democráticas. Por ética, el gobernante debe tratar con respeto a la oposición.
¿A qué le teme Andrés Manuel? Si como dicen las encuestadoras tiene un altísimo nivel de popularidad. Por qué no actúa de acuerdo a su investidura de comandante de las fuerzas armadas, exigiéndole a los militares expliquen sobre el espionaje a periodistas y otros líderes de opinión y cómo opera su Centro de Inteligencia Militar, con uso de equipos de Pegasus, según Guacamaya Leaks.
Por qué no ordena al general Crescencio Sandoval rendir un informe ante el Congreso de la Unión, a la opinión pública en general, por qué incurrió en gastos millonarios de recursos públicos al llevar de vacaciones a toda su familia, según reveló investigación de mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad y Fábrica de Periodismo.
Y la última, cómo es posible que este comandante del Ejército, obligado a la austeridad y dar buen ejemplo a los soldados haya adquirido un departamento en Bosques Real pagando menos de la tercera parte de su costo real, 9 millones de pesos según reveló MCCI, al acceder a su declaración patrimonial, cuando en el mercado propiedades similares no cuestan menos de 30 millones, y lo compró a una empresa proveedora de SEDENA. Esto es a todas luces ilegal.
En lugar de gobernar y cumplir con su protesta de “guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen…” está determinado a seguir atropellando a la Carta Magna, sigue urdiendo su Plan “C” electoral desde Palacio Nacional, quiere mantenerse en el poder con el respaldo de un Ejército robustecido con 223 nuevas atribuciones y acreedor de un cuantioso presupuesto en secrecía “por seguridad nacional”, para evitar rendir cuentas de sus actos.
López Obrador gobierna con la bandera de la Cuarta Transformación que hasta el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, su páter político, a pregunta expresa dice desconocer. Gobernando a base de ocurrencias y saliva, con programas faraónicos hechos sobre las rodillas, que al fin esa “estrategia” le ha valido para crear una República ficticia, donde el peso está más fuerte que nunca, no por condiciones externas: ¡No!, sino por el milagro de la llamada 4T, asegura.
Gracias a sus políticas contrarias a los productores del campo, exigiéndoles la venta de sus cosechas a Segalmex, empresa señalada por haber cometido fraude por 15 mil millones de dólares durante su periodo de gobierno; exhibiéndose del brazo con los líderes del sindicalismo charro, ignorando las denuncias de corrupción contra sus hijos y familiares y las condenas de organismos internacionales por el crecimiento sin control de homicidios y desapariciones forzadas durante su gobierno, así como por arremeter contra la ley y el Poder Judicial.
Pese a que el proceso electoral de 2024 está en marcha, impulsado ilegalmente desde Palacio Nacional antes de tiempo, y crece el grupo de escépticos que considera que la oposición no podrá alcanzar a las “corcholatas” que ha lanzado el presidente a la carrera por la sucesión, con dados cargados a favor de la Shein, soy una creyente de que con la participación ciudadana de la mayoría del padrón, creando conciencia de la necesidad de mantenernos atentos a las elecciones, libres y democráticas, habrá de imponerse la razón por encima de las ambiciones personales.
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