Demandan la creación de un mecanismo extraordinario con respaldo de la ONU y el fin de la impunidad Este 10 de mayo, Día de las Madres en México, familiares de personas desaparecidas, en su mayoría mujeres, encabezaron la 13ª Marcha de la Dignidad Nacional “Madres Buscando a sus Hijos”. La movilización partió del Monumento a […]
Demandan la creación de un mecanismo extraordinario con respaldo de la ONU y el fin de la impunidad
Este 10 de mayo, Día de las Madres en México, familiares de personas desaparecidas, en su mayoría mujeres, encabezaron la 13ª Marcha de la Dignidad Nacional “Madres Buscando a sus Hijos”. La movilización partió del Monumento a la Madre y concluyó en el Ángel de la Independencia, donde exigieron acciones concretas del Estado para localizar a sus seres queridos.
Desde las escalinatas de la Victoria Alada, las madres pegaron decenas de fichas de búsqueda y desplegaron mantas con fotografías de personas desaparecidas, reiterando su llamado a la verdad, la justicia y la no repetición.
Exigen acción urgente y colaboración internacional
Las familias solicitaron la creación de un mecanismo extraordinario de búsqueda, en coordinación con el Comité de la ONU contra las Desapariciones Forzadas, que permita encontrar a sus seres queridos, iniciar investigaciones reales y aplicar medidas para evitar que estos crímenes continúen.
Frente al rechazo del gobierno federal de reconocer la existencia de desapariciones forzadas perpetradas por el Estado, las madres fueron contundentes:
“Quizá el gobierno no las ordena, pero las solapa. Las ha permitido sabiendo que siguen ocurriendo, y eso lo hace cómplice y responsable”.
Respaldaron además el proceso que iniciará el Comité de la ONU en México, en el marco del artículo 34 de la Convención Internacional sobre Desapariciones Forzadas, tras recibir indicios fundados de que esta práctica ocurre de forma sistemática o generalizada.
Una crisis nacional ignorada
Las madres denunciaron la existencia de más de 127 mil personas desaparecidas en México. Según cifras oficiales, 47 personas desaparecen cada día, y en muchos territorios, dijeron, “el crimen organizado gobierna con la complicidad o tolerancia de las autoridades”.
Cuestionaron la impunidad sistemática que rodea la mayoría de los casos y recordaron que, como ha señalado el Comité de la ONU, esta situación envía un mensaje claro:
“Las desapariciones están permitidas; son el paradigma del crimen perfecto”.
Llamado a la presidenta electa Claudia Sheinbaum
Las madres buscadoras pidieron a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, que escuche su lucha:
“Respete nuestro dolor. Si opta por romper los pactos de impunidad, podremos empezar a confiar en usted”.
Exigieron una reestructuración profunda de la Fiscalía General de la República, así como el cese de funcionarios involucrados en violaciones graves a los derechos humanos. Señalaron que es urgente reformar los sistemas de víctimas, búsqueda y derechos humanos para garantizar justicia.
“Verdad y justicia es la única fórmula que puede sacar al país de esta crisis de derechos humanos y del Estado mismo”, afirmaron.
Un 10 de mayo sin nada que celebrar
Antes de la movilización, se realizó una ceremonia ecuménica donde se oró por las personas desaparecidas. Muchas de las madres viajaron cientos o miles de kilómetros para visibilizar sus casos y denunciar que, ante la inacción del Estado, son ellas quienes están encontrando a sus hijos.
Una de las principales voces de la marcha fue María Herrera Magdaleno, madre buscadora de ocho hijos, cuatro de ellos desaparecidos. También participaron familiares de migrantes desaparecidos y organizaciones solidarias.
Durante su avance por Paseo de la Reforma, los manifestantes gritaron consignas como:
“¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!” y “¡Dónde están, dónde están, nuestros hijos dónde están!”.
Una gran manta exhibió las fotografías de madres y familiares asesinados durante su búsqueda, subrayando el alto riesgo que enfrentan quienes luchan por justicia. En su recorrido, colocaron fichas de búsqueda en postes y mobiliario urbano, en un acto simbólico de resistencia y memoria.
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