El artista experimental mexicano Guillermo Galindo hizo este martes un alegato sónico contra la deshumanización en medio de la vorágine de Nueva York, donde protagonizó una “performance” que combinó música, visuales y activismo. Galindo, afincado en Oakland (California, EE.UU.) presentó la pieza efímera “Remote Control” en el High Line, el parque público que ocupa una […]
El artista experimental mexicano Guillermo Galindo hizo este martes un alegato sónico contra la deshumanización en medio de la vorágine de Nueva York, donde protagonizó una “performance” que combinó música, visuales y activismo.
Galindo, afincado en Oakland (California, EE.UU.) presentó la pieza efímera “Remote Control” en el High Line, el parque público que ocupa una antigua vía de tren elevada en el oeste de Manhattan y que ha sido construido sobre una avenida repleta de transeúntes y bulliciosos vehículos.
“Mi mensaje es que la gente se dé cuenta de que nos hemos deshumanizado, hemos perdido contacto con la naturaleza y los propios seres humanos”, dijo a Efe el artista mientras supervisaba un ensayo.
Sobre el papel, la obra se describía como una composición para un cuarteto de cuerda -en este caso, el neoyorquino ETHEL- y también un “ambiente sónico” con el que podía interactuar la audiencia, que, en lugar de la habitual prohibición usar sus celulares, recibió la recomendación de llevar todo tipo de dispositivos electrónicos.
“Quise hacer un evento en que la gente sea partícipe del momento que vivimos: todos participamos de una forma u otra en la deshumanización de la violencia, y no solo esto, también del contacto humano”, sostuvo.
Y la práctica sorprendió indudablemente al público, que a través de un código QR se prestó a que sus celulares reprodujeran sonidos bélicos en curiosa armonía con el conjunto de viola, violines y chelo, y a los que respondían a su vez luces estroboscópicas.
Galindo utilizó audio tomado de “aviones de ataque de Rusia, EEUU, Europa y de viodejuegos” para formar una “burbuja” por la que animó a moverse a los presentes, más de un centenar de personas en dos sesiones de media hora que no volverán a repetirse.
Después llegó un “segundo movimiento”, ya sin necesidad de celulares, que invitó a la reflexión entre sonidos inquietantes producidos por el roce de las cuerdas con pequeños ventiladores de hélices con luces que usaban como arco los integrantes de ETHEL.
“Después de la pandemia estamos una vez más en control de nuestro mundo, y es muy importante que nos volvamos a conectar con la humanidad, la naturaleza y lo que nos ha hecho civilización humana”, agregó.
Galindo presentó esta composición en público por primera vez, amparado por una escultura que está instalada en el parque y que lanza una crítica a la industria de la vigilancia en Estados Unidos, “Untitled (drone)”, de Sam Durant, un enorme dron blanco de fibra de vidrio instalado sobre un poste.
La elección no fue casual, ya que hizo también alusión a la “deshumanización de la guerra a través del uso de tecnologías digitales en remoto, videojuegos y drones de ataque conocidos como vehículos aéreos de combate”, según explicó al inicio del evento.
El polifacético artista, formado como compositor clásico y al que le cuesta definirse, suele combinar diferentes disciplinas y ha desarrollado su obra estando “muy metido” en la política, así como en “la espiritualidad y conexión con arquetipos jungianos de psicología, conciencia humana y del inconsciente”.
“Si el arte no es elemento de curación para la sociedad, entonces para mí no es arte. Lo que quiero es que lo que hago tenga resonancia en el público en general y humildemente pueda hacer un cambio en las condiciones que existen en el planeta”, apostilló.
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