Fernando Vázquez Rigada El 20 de noviembre, comienza legalmente la última batalla para salvar a nuestras familias. Arranca la promoción electoral que concluirá con la renovación de 20 mil cargos públicos el 2 de junio del 2024. Nos jugamos todo. 2 de los 3 diques de contención que hemos mantenido para evitar una mayor destrucción […]
Fernando Vázquez Rigada
El 20 de noviembre, comienza legalmente la última batalla para salvar a nuestras familias.
Arranca la promoción electoral que concluirá con la renovación de 20 mil cargos públicos el 2 de junio del 2024.
Nos jugamos todo.
2 de los 3 diques de contención que hemos mantenido para evitar una mayor destrucción de la prosperidad, se renovarán: el Congreso y, derivado de ello, la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El otro es el INE, al que logramos salvar, pero quedó herido. No importa: hay que recordar que, pese a la ascendencia de Morena en su presidencia, la organización electoral es nuestra: de las y los ciudadanos.
Seamos conscientes: el país corre un gravísimo riesgo porque, de no involucrarnos en la elección, perderemos al Poder Judicial.
De concretarse, ahí sí, todo se habrá terminado.
Me explico: la Corte se integra por 11 ministros. Declarar una reforma inconstitucional (como el Plan B) requiere de una mayoría calificada de 8 votos. Hoy, Morena no los tiene. Cuenta sólo con 3 votos. Necesita uno más y podría conseguirlo en el año 2024.
¿Por qué?
Porque en 2024 sale Luis María Aguilar, un Ministro de carrera judicial que ha dicho que un Ministro sin independencia es un mandadero. Si se nombra un fanático en esa fecha, habremos perdido la mayoría calificada. Con ello, el oficialismo podrá destrozar la Constitución aprobando leyes secundarias que la violen (que requieren mayoría simple) para después bendecirlas en la Corte (recuerden el plan B para destazar al INE)
¿Podemos impedirlo?
El diseño constitucional determina que para nombrar a una o un Ministro, el Presidente manda una terna al Senado, si esta no se aprueba en dos ocasiones o no se vota en tiempo, el Ejecutivo puede nombrar a quien desee de esta terna.
Así, impedirlo en el Senado implica que tengamos mayoría calificada. No la tendremos. Esa es la mala. La buena: ellos tampoco.
La peor: no lo necesitan. Igual que el actual presidente que mandó una terna de fanáticas para sustituir al indigno Arturo Zaldívar, así lo hará Claudia Sheinbaum.
Tampoco podremos modificar la Constitución y cambiar el mecanismo por la ya referida ausencia de votos.
Pero viene lo peor: la próxima presidencia nominará 4 asientos: los que actualmente ocupan los ministros Aguilar, Pardo, Pérez Dayán y Ortiz Mena.
¿Podemos entonces defender la legalidad salvando a la Corte y así blindar la imparcialidad judicial?
Si. Tenemos un camino y sólo uno.
Ganar la Presidencia de la República.
Si Xóchitl Gálvez es presidenta, se recobrará el criterio de profesionalismo y rectitud que demanda tener un asiento en el Tribunal más importante del país.
Insisto: si Morena y sus rémoras se apoderan del Poder Judicial, la democracia, la libertad, y la defensa legal de nuestros derechos, se habrán esfumado.
Por eso no es tiempo de pensar en ganar unos asientos más en las Cámaras o unas gubernaturas adicionales. Es la enchilada completa. Hay que ganarlo todo.
No es juego: o ganamos la presidencia, o perdemos a México.
Tú decides.
@fvazquezrig
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