Miscelánea, salud y política Judith Álamo López Estamos a cinco meses de poder decidir el camino por el que queremos transitar los próximos seis años: la propaganda de que ya no es posible hacer nada para que gane el oficialismo crece, la repiten incesantemente los paladines oficialistas a través de la amplia red de medios […]
Miscelánea, salud y política Judith Álamo López
Estamos a cinco meses de poder decidir el camino por el que queremos transitar los próximos seis años: la propaganda de que ya no es posible hacer nada para que gane el oficialismo crece, la repiten incesantemente los paladines oficialistas a través de la amplia red de medios del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, además de encuestadores a sueldo, publicidad pagada, servidores públicos morenistas –voluntarios u obligados–, beneficiarios de programas sociales y un grupo inamovible de creyentes.
Ya en el año 2000, Ikram Antaki, la antropóloga y escritora siria inmigrada a México, al escribir “El Manual del Ciudadano Contemporáneo”, advirtió que los mexicanos buscábamos para gobernarnos a “un déspota”, la RAE define: “Persona que gobierna sin sujeción a ley alguna. Persona que trata con dureza a sus subordinados y abusa de su poder o autoridad”. Por la semejanza con el presidente López Obrador, es evidente que lo encontramos.
Han pasado 23 años de aquella fecha en que AMLO fue electo como jefe de gobierno del Distrito Federal (5-12-2000/29-07-2005) postulado por el PRD, y las razones expuestas por la escritora en febrero del 2000, en El Universal, para rechazar el triunfo de AMLO son más vigentes que nunca.
Intituló su artículo: El bárbaro y los cobardes. El bárbaro –López Obrador– quien se impuso por sobre la ley al no cumplir con los años de residencia para ser candidato; los cobardes –todos quienes siendo autoridad permitieron doblar la ley ante el estado de hecho– por miedo al temido agitador social quien de todos modos no admitiría perder, comenzando por el entonces presidente Ernesto Zedillo.
La autora siria escribió: “… Quien los va a gobernar (a los capitalinos) no es James Dean, sino un provinciano ignorante, violento y fanático”.
No, la admirable Inkram Antaki, quien falleció en octubre del 2000, no era una pitonisa, sino una mujer analítica, estudiosa, que quiso agradecer la hospitalidad del asilo a sus conciudadanos mexicanos con una advertencia, no todos los cambios son buenos, aquél cambio que ofreció López Obrador, ahora lo sabemos, fue para mal.
No cumplió sus promesas. No envió al Ejército a sus cuarteles porque mintió, prefirió ponerlos a su servicio para alcanzar la inmortalidad, les encargó construir y administrar sus obras faraónicas y les entregó la chequera para no rendir cuentas, como si fueran asuntos de “seguridad nacional” ; no acabó con la delincuencia, porque con ella pactó; no cumplió con aclarar el caso de Ayotzinapa; en su gobierno crecieron el número de víctimas de homicidio y los desaparecidos; incumplió la Constitución, porque la ley es él; el pueblo es él; la razón y todo el poder lo debe tener él.
Someter a la voluntad de las mayorías los actos del gobernante para Ikram Antaki “es la ley de la selva, no es la ley; un grupo de depredadores que deciden comerse al individuo débil y solo, no necesitan de la ley, les basta con la fuerza, imponer la ley de la selva sobre la ley. El referendo es históricamente el arma de los fascistas; a los demócratas, les basta con la aplicación del derecho”.
Es momento de pensar cómo recuperar valores que nos dan identidad, preservar libertades, la democracia, la cultura, recuperar la escuela competitiva, la atención en la salud pública, elevar los índices de atención social; restaurar las instituciones fundamentales; el Estado de derecho; el sistema anticorrupción, los organismos autónomos, la división de poderes y la República.
Ya basta de creer a ojos cerrados la narrativa presidencial. Cambiemos un gobierno populista, centralizado en un solo hombre –sin talentos especiales ni visión para atraer el desarrollo en pleno siglo XXI– sin capacidad para trabajar en equipo; quien por voluntarismo ha llevado al país a la bancarrota, contrató la deuda externa más alta en la historia del país; con él nos convertimos en parte del liderazgio mundial en muertes durante la pandemia de Covid; en homicidios –incluidos feminicidios–, desapariciones, corrupción, impunidad; violaciones a derechos humanos, etc.
Para muestra de una conducta ajena al jefe de Estado, el presidente que se dice cristiano, a quien, pese a su narrativa, se le fue cayendo la máscara de demócrata y mostró su auténtico rostro de intolerancia, comenzó el año arremetiendo en su Mañanera contra el periodista Ciro Gómez Leyva, como si viviéramos en una dictadura, opinó que de reconvenir al grupo Imagen o de Radio Fórmula, le podrían salir con que Gómez Leyva es independiente. ¿Más claro?
Si tomamos en cuenta que en 2023 el comunicador de Grupo Imagen sufrió un atentado que pudo costarle la vida, es para preocupar que el ciudadano más poderoso del país –legal e ilegalmente– vuelva a atacar por sus ideas críticas a un líder de opinión, y en la mirilla del encono de sus pejezombies colocó a otros dos de sus favoritos para dedicarles diatribas: Carlos Loret de Mola y Joaquín López Dóriga, los acusó de algo inaudito sólo en la tiranía: ser líderes de opinión.
El pretexto de esta arremetida contra periodistas críticos fue darle la consabida “bienvenida” a Alejandro Quintero Íñiguez al equipo de Xóchitl Gálvez, el presidente de la República impedido legalmente para interferir en la contienda electoral, como siempre ignora la ley y a la autoridad electoral, y ataca desde la máxima tribuna del país la supuesta adhesión al Frente Amplio por México del promotor hace un sexenio de la serie documental “Populismo en América Latina”.
La serie surgió en tiempos preelectorales al 2018 y fue anunciada con espectaculares en autobuses, aquél histórico documental tuvo a Javier García, como productor ejecutivo y realizador. Comprende cinco capítulos, explica los orígenes y el significado del populismo; retoma los regímenes de Juan Domingo Perón, de Argentina; Lula da Silva, de Brasil; y Hugo Chávez, de Venezuela.
El último episodio es dedicado al entonces candidato de Morena a la presidencia de la República. El documental fue atacado y descalificado por AMLO y bloqueado por él como “Guerra Sucia”, acallado y secundado por los amlovers, entre ellos periodistas e intelectuales “independientes”. Sí, muchos hace seis años fueron seducidos por el carismático líder tabasqueño.
Las próximas elecciones del 2 de junio de 2024 en que habrán de elegirse a más de 20 mil funcionarios federales son oportunidad para todos: La sociedad civil podrá con su voto corregir el rumbo; los desengañados –reporteros, catedráticos, científicos, etcétera. – hoy, varios de ellos perseguidos políticos, pueden recuperar su vieja lucha por la democracia sumándose a la mejor opción electoral para México.
Quizá sea momento de que la intelectualidad comparsa del poder, los intelectuales orgánicos del actual régimen, a quienes les gusta cobijarse bajo el manto del poderoso, en un acto de conciencia, tomen un nuevo rumbo y opten por el cambio. Todo es posible.
De haber oído advertencias nos hubiéramos evitado la catástrofe a que nos ha conducido el gobierno de un solo hombre, que en su previsible e insaciable deseo de poder, quiere prolongarse a través de su más obediente condiscípula, Claudia Sheinbaum, quien hasta hoy no ha dado muestra alguna de autonomía frente al líder moral de Morena. Démosles un revés a los propagandistas del oficialismo y recuperemos el futuro de México.
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