Fernando Vázquez Rigada El gran laboratorio electoral del próximo domingo no será sobre la aprobación presidencial, ni sobre el poder de los partidos. Tampoco sobre si Alfredo del Mazo apoyó o traicionó. El laboratorio crucial será ver si la sociedad reacciona y sale a votar. La elección del Estado de México no determina el resultado […]
Fernando Vázquez Rigada
El gran laboratorio electoral del próximo domingo no será sobre la aprobación presidencial, ni sobre el poder de los partidos. Tampoco sobre si Alfredo del Mazo apoyó o traicionó.
El laboratorio crucial será ver si la sociedad reacciona y sale a votar.
La elección del Estado de México no determina el resultado del 24. Influye, pero no predice ni, menos, condiciona.
El PRI ganó en el 2005 y perdió la elección presidencial un año después. Lo mismo ocurrió en el 2017. Tanto en las elecciones presidenciales del 2006 como en la del 2018 López Obrador ganó en el estado pese a ser gobernado por el PRI.
Hay una fuerte competencia en el estado a una semana de la elección.
En el 2021, en la elección de alcaldes, Va por México obtuvo 200 mil votos más que el oficialismo: 2. 7 millones contra 2.5 millones. Pero ahora PANAL se sumó a Va por México, lo que le agrega algo así como 100 mil votos.
De mantenerse esos pisos —que incluyen los votos duros— Alejandra del Moral tendría un colchón de 300 mil votos de ventaja.
Pero las candidatas y las campañas importan. Eso mueve las preferencias y las encuestas dan hoy ventaja a Morena.
¿Por qué? En primer lugar, hay un desgaste de la marca PRI. Toda su historia, el estado ha sido gobernado por el tricolor. El dilema fundamental de cualquier elección, continuidad o cambio, favorece a Morena.
Más: ha habido una grosera intervención de Estado (gobierno federal, gobernadores, alcaldes y legisladores del morenato) que ha lanzado una feroz operación de compra de voto.
Eso moverá la elección.
Pero el punto toral es el siguiente: más o menos todas estas condiciones se repetirán en el futuro.
Lo que debe cambiar es la participación electoral.
El promedio de participación para la gubernatura en el EdoMex ha sido de apenas 47%. Más de la mitad de la gente se queda en casa.
Los votos duros de los partidos no se mueven. El mercado electoral tiene un techo. Hay millones cuyos votos no pueden ser comprados. Millones más que no pueden ser movilizados.
Lo que realmente puede generar una sorpresa —agradable— es que la participación se incremente de manera notable. Si se sobrepasa el 60% de la participación todo puede pasar y podría registrarse un rotundo triunfo de las oposiciones.
El EdoMex no es un estado: es un país. Tiene una población mayor a la de cualquier nación centroamericana y más que Ecuador, Bolivia, Uruguay, o Paraguay. La lista nominal es inmensa: 12.6 millones de electores.
Si sale a votar 13% más de las personas que usualmente lo han hecho, eso pone en disputa 1.6 millones de votos adicionales.
¿Qué significan 1.6 millones de votos? 300 mil votos más que el voto duro de Morena, Verde y PT acumulados en el estado: un volumen inmenso.
Por eso, la clave futura del porvenir nacional reside en ese factor: en ninguno más.
El siguiente domingo veremos si las personas deciden convertirse en ciudadanos y salen a votar.
Si lo hacen, mediremos si conectan con los valores de la democracia, la transparencia y la libertad.
Veremos si las campañas y las oposiciones hemos logrado despertar el entusiasmo, la ansiedad o el miedo por el futuro de sus familias.
Si logramos, habremos dado un paso mayúsculo: el que la gente vea que es más fuerte que los partidos.
Votar es un acto de alegría y de responsabilidad; de independencia y de determinación. Es asumir un compromiso público con el porvenir: el propio, el de nuestros hijos y el de los demás.
Si se dispara la participación el resultado del gran laboratorio será que millones finalmente han asumido que el partido más numeroso en el país es ese: el de los que no tienen partido.
Y que, si votan masivamente, ninguna maquinaria de partido puede doblegarles.
Ninguna.
@fvazquezrig
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