El mundo perdió 4,1 millones de hectáreas de bosques tropicales primarios en 2022, y el 43 % de ellos pertenecía a Brasil, principalmente a la Amazonía, según un estudio divulgado este lunes. Brasil, con 1,8 millones de hectáreas de bosques arrasados, seguido muy de lejos por la República Democrática del Congo (512.000 hectáreas) y Bolivia […]
El mundo perdió 4,1 millones de hectáreas de bosques tropicales primarios en 2022, y el 43 % de ellos pertenecía a Brasil, principalmente a la Amazonía, según un estudio divulgado este lunes.
Brasil, con 1,8 millones de hectáreas de bosques arrasados, seguido muy de lejos por la República Democrática del Congo (512.000 hectáreas) y Bolivia (386.000 hectáreas), encabezan la lista de los países donde más se perdieron bosques tropicales el año pasado, y los tres tuvieron incrementos con respecto al año anterior.
En el ‘top 10’ también figuran Perú y Colombia en el quinto y sexto lugar, respectivamente, y otras naciones como Indonesia y Malasia pese a que estas últimas, señala el informe, han logrado reducir la devastación “a mínimos casi históricos”.
Los datos corresponden al análisis de imágenes satelitales que anualmente realiza la plataforma Global Forest Watch del World Research Institute (WRI), en colaboración con la Universidad de Maryland.
Esta destrucción de selva “resultó en 2,7 gigatoneladas (Gt) de emisiones de dióxido de carbono, equivalentes a todas las emisiones anuales de combustibles fósiles de la India”, señaló Mikaela Weisse, directora del Global Forest Watch, en un encuentro virtual de varios expertos del WRI con la prensa.
LA DEFORESTACIÓN NO CEDE
En los tres países donde más se perdieron bosques tropicales, la deforestación aumentó frente a 2021: en Brasil un 14,5 %, en la R.D. del Congo 2,7 % y en Bolivia, un 32 %.
La minería ilegal y el comercio ilícito de madera, pero también la construcción de vías, el aumento de pastizales y la invasión de tierras, fueron las causas principales de la deforestación en los países suramericanos.
De acuerdo con el director mundial del Programa de Bosques del WRI, Rod Taylor, un año después de que 145 países acordaran en Glasgow detener la deforestación para 2030, esta continuó y además aumentó, pese a ser necesaria una reducción anual del 10 % para llevar la deforestación a cero en siete años.
“¿Estamos avanzando en el camino para detener la deforestación? La respuesta es simple: ¡no!”, enfatizó.
Los bosques primarios tropicales húmedos son los ecosistemas con mayor diversidad biológica del planeta y son especialmente importantes para el equilibrio climático porque almacenan grandes cantidades de dióxido de carbono.
Acabar con ellos significa perder una de las herramientas más efectivas para combatir el calentamiento global.
CRECIÓ CON BOLSONARO
El informe señala que la deforestación en Brasil fue la más alta desde 2005, especialmente en la región amazónica, que alberga la más extensa área de bosque tropical húmedo del mundo.
Esto causó 1,2 gigatoneladas (Gt) de emisiones de dióxido de carbono, es decir, “2,5 veces las emisiones anuales de combustibles fósiles del país”, explicó Weisse.
El incremento en la destrucción de estos bosques en Brasil coincidió con la administración de Jair Bolsonaro (2019-2022), cuyas políticas flexibilizaron los controles y debilitaron los órganos ambientales.
Durante el mandato del líder ultraderechista, quien defiende la explotación de recursos naturales en la selva, incluso en reservas indígenas donde es prohibido por ley, la deforestación de la Amazonía brasileña creció casi un 60 % frente al cuatrienio anterior.
Los expertos del WRI esperan que se “pueda revertir esa tendencia” con el regreso al poder de Luiz Inacio Lula da Silva, que “redujo drásticamente” la deforestación durante sus anteriores mandatos (2003-2010) y ha prometido acabar con la destrucción de la selva hasta 2030.
La recuperación del bioma es uno de los principales compromisos de Lula, para lo que ha intensificado la fiscalización en la región y está presionando a los países más contaminantes para que cumplan con sus compromisos de ofrecer ayuda financiera para salvar la Amazonía.
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