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De Política Alejandro Álvarez Manilla En México, el término “distractor mediático” se ha convertido en parte del lenguaje cotidiano, especialmente en contextos políticos y sociales. No es raro que, justo cuando un tema delicado comienza a ocupar la atención pública —como casos de corrupción, violencia, crisis económicas o decisiones impopulares del gobierno— surjan noticias escandalosas, […]
De Política Alejandro Álvarez Manilla
En México, el término “distractor mediático” se ha convertido en parte del lenguaje cotidiano, especialmente en contextos políticos y sociales. No es raro que, justo cuando un tema delicado comienza a ocupar la atención pública —como casos de corrupción, violencia, crisis económicas o decisiones impopulares del gobierno— surjan noticias escandalosas, controversias superficiales o temas de farándula que desvían el enfoque de la opinión pública.
Muchos ciudadanos y analistas consideran que estos distractores no son meras coincidencias, sino estrategias bien calculadas. En una era donde los medios de comunicación tienen el poder de moldear la percepción colectiva, es preocupante que se utilicen para entretener, confundir o manipular, en lugar de informar de manera crítica y objetiva. Algunos ejemplos incluyen la sobreexposición de escándalos personales de figuras públicas justo cuando se revelan decisiones políticas controvertidas, o la repentina viralización de noticias irrelevantes durante protestas o crisis sociales.
El problema no radica únicamente en los medios tradicionales, sino también en las redes sociales, donde la desinformación y los temas virales pueden imponerse sobre los asuntos realmente importantes. El efecto es claro: la sociedad se distrae, se polariza o simplemente deja de exigir cuentas a quienes detentan el poder.
Los distractores mediáticos, intencionales o no, debilitan el ejercicio ciudadano y democrático. Por eso es vital que como sociedad desarrollemos un pensamiento crítico y aprendamos a distinguir entre lo urgente y lo importante. Estar informados, verificar fuentes y cuestionar el porqué y el cuándo de ciertas noticias son acciones necesarias para no caer en la trampa de la distracción.
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