Fernando Vázquez Rigada. Existe un desenfoque en los análisis sobre la elección del 2024 que saturan a la opinión pública. Subrayo los dos juicios más desatinados que dominan en la comentocracia. Primero: la oposición es muy débil. Segundo: es imposible ganarle a Morena la Presidencia de la República. La primera conclusión responde a un recuento […]
Fernando Vázquez Rigada.
Existe un desenfoque en los análisis sobre la elección del 2024 que saturan a la opinión pública.
Subrayo los dos juicios más desatinados que dominan en la comentocracia. Primero: la oposición es muy débil. Segundo: es imposible ganarle a Morena la Presidencia de la República.
La primera conclusión responde a un recuento superficial: la afirmación que hace de los partidos de oposición sinónimo de la oposición. Difiero. Los partidos políticos son parte de la oposición, pero no son toda la oposición. De hecho, son una minoría.
Lo que hemos visto a lo largo de la historia contemporánea de México —del 68 de Tlatelolco a los macrosismos del 85; del Chihuahua del 86 al fraude del 88 y de la fundación del IFE en el 96 a la alternancia del 2000– es que la sociedad civil es la oposición más potente, determinante, y aguerrida del país.
El sistema político mexicano nunca se abrió: lo abrieron las y los ciudadanos.
Hoy vemos brotar por toda la República organizaciones civiles de diversa tendencia que buscan el renacer de México. Eso implica defender la libertad, recuperar la prosperidad y tener un país más justo. Esas organizaciones involucran a millones de independientes.
Los partidos políticos de oposición son más bien pequeños en su filiación. La excepción era el PRI: ya no. No obstante, pese a su dimensión y sus errores, los partidos de oposición han dado batallas memorables en el Congreso y sus candidatos han tenido que enfrentarlo todo: desde la intervención grosera de los gobiernos, hasta el acoso del crimen y los insultos de los fanáticos.
A la sociedad y a los partidos deben sumarse medios de comunicación, iglesias, colectivos que cada vez cobran mayor relevancia. Hay una constelación de organizaciones locales -sindicales, gremiales, campesinas etc. – que están huérfanas.
Los elementos están ahí. ¿Qué falta? Antes que nada, unirlos. Tenemos oposiciones, no oposición. Si logramos construir el singular, tendremos un gran avance.
El hecho de que en la elección del 21 esas oposiciones hayan obtenido 2 millones de votos más pero no logren controlar la Cámara de Diputados habla por sí mismo. Si no vamos unidos, podríamos repetir la amarga victoria.
Aún unidos los partidos, no alcanza. Sería una mesa de tres patas. La solidez la dará conectar y abrir las compuertas a la participación de las y los ciudadanos que están hartos, desencantados, son víctimas o sufren luto por la incompetencia de Morena.
Hay algo central que los opositores deben entender: todos los elementos se necesitan entre sí. Ninguno por sí mismo gana. ¿Pragmatismo? Pues sí. Así es la política, como hacer salchichas decía Bismarck: que nadie vea cómo se preparan.
Tercero: insisto. La visión de muchos liderazgos opositores está centralizada en la Ciudad de México. Esa visión capitocentrista pasa por alto una realidad. Las oposiciones no tenemos un rock star. No hay Fox ni hay Peña. La elección se puede ganar, pero la dinámica será de lo local a lo nacional y de abajo pa´ arriba. En cada ciudad del país hay una ebullición de personas que quieren entrarle, pero no encuentran cómo: ahí está el fermento del triunfo.
Por último, y es la segunda gran tendencia errónea del análisis. Se repite por Morena un mantra: la elección del 24 ya está resuelta. Desde el punto de vista estratégico del morenato, tiene toda la lógica decirlo. No tiene sentido que nosotros lo repitamos.
Por eso permea, preocupante, una visión: hay que enfocarnos en ganar el Congreso. Grave error. Quien gana lo más, gana lo menos. Hay que poner todo nuestro esfuerzo en ganarlo todo. Y todo es todo.
Si mi tesis es cierta —y puede que no lo sea— la dinámica de la elección del 24 va a cambiar mucho. Y pronto. El poder del presidente decaerá al designar candidata. Morena tendrá tensiones serias. No hay ninguna corcholata capaz de igualar el 18. Sus aliados, el Verde y el PT —vitales, aunque impresentables—se pondrán sus moños y encarecerán su amor aventurero. La violencia sacudirá a regiones enteras. La corrupción cochina del morenato será cada vez más evidente.
Las oposiciones son muy competitivas en padrones que renovarán gubernaturas y que acumulan más del 40% de la lista nominal nacional: CDMX, Jalisco, Veracruz, Puebla, Guanajuato. La efervescencia de la sociedad incrementará notablemente la participación electoral en el occidente, el Bajío y el norte. La radicalización del régimen impulsará el valor de mexicanas y mexicanos emprendedores y que creen en el esfuerzo individual como motor de vida.
Necesitamos una oferta única y en un solo envase, porque tendremos posiblemente más de 16 mil candidatos hablando con la gente en todo el país. La elección incluye no sólo la presidencia: es todo el congreso federal. 9 gubernaturas, 30 congresos locales y casi 1,600 municipios y ayuntamientos.
En un ejército que puede hacer ganar a cualquier general.
Las campañas importan. Las candidaturas influyen. Toda política es local. El temperamento social del momento lo es todo.
Falta mucho por ver.
Nomás tenemos una tarea: no equivocarnos.
@fvazquezrig
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