Aunque la Denominación de Origen (DO) en México se presenta como un distintivo de calidad y patrimonio cultural, especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) advierten que esta certificación beneficia principalmente a grandes empresas, dejando fuera a pequeños productores artesanales. La DO favorece a grandes marcas y excluye a comunidades locales Investigadores del […]
Aunque la Denominación de Origen (DO) en México se presenta como un distintivo de calidad y patrimonio cultural, especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) advierten que esta certificación beneficia principalmente a grandes empresas, dejando fuera a pequeños productores artesanales.
La DO favorece a grandes marcas y excluye a comunidades locales
Investigadores del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM señalaron que el proceso para obtener una Denominación de Origen es complejo y costoso, lo que impide a muchos productores tradicionales acceder a sus beneficios. Mientras tanto, grandes compañías aprovechan estas certificaciones para aumentar el valor de sus productos, especialmente en mercados internacionales.
Un ejemplo claro es la industria del tequila: aunque muchas comunidades elaboran esta bebida de forma artesanal, son las grandes marcas las que embotellan, comercializan y obtienen la mayor parte de las ganancias.
Denominación de Origen: símbolo de calidad, pero con acceso limitado
México cuenta actualmente con 18 productos con Denominación de Origen, entre los que se encuentran bebidas espirituosas como el tequila, el mezcal y la charanda, así como productos artesanales como la talavera de Puebla y Tlaxcala, el olinalá de Guerrero, el ámbar de Chiapas, el café pluma de Oaxaca, el cacao Grijalva y el arroz Morelos.
Según Jessica Tolentino Martínez, académica de la UNAM, aunque estas etiquetas representan tradición y saberes ancestrales, el proceso de certificación es impulsado casi exclusivamente por gobiernos estatales, cámaras empresariales o grandes productores. Las organizaciones de artesanos, por su parte, suelen carecer de los recursos técnicos y financieros para hacer frente al trámite ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).
Productores artesanales, relegados a ser proveedores
En este contexto, los pequeños productores terminan siendo proveedores de materia prima para las grandes marcas certificadas, sin recibir un beneficio proporcional al valor agregado que representa su trabajo.
Tolentino sugiere que las marcas colectivas pueden ser una alternativa viable para las comunidades, ya que permiten asociarse regionalmente, proteger sus técnicas tradicionales y acceder a un mercado que valora lo auténtico y artesanal, incluso sin una certificación oficial.
Estas marcas también apelan a la conexión emocional del consumidor, que busca productos genuinos con historia, sin necesidad de contar con una etiqueta de Denominación de Origen.
Información de AMEXI
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