Las nanopartículas se usan en materiales y artefactos médicos, cosméticos, alimentos, textiles antiolor, electrónica, superficies autolimpiables, cubiertas resistentes a rayos UV, pinturas y lubricantes. Es una tecnología que opera a una escala casi atómica, que va de los 100 nanómetros (nm) hasta el tamaño de los átomos (aproximadamente 0,2 nm). Su objetivo es crear nuevas […]
Las nanopartículas se usan en materiales y artefactos médicos, cosméticos, alimentos, textiles antiolor, electrónica, superficies autolimpiables, cubiertas resistentes a rayos UV, pinturas y lubricantes. Es una tecnología que opera a una escala casi atómica, que va de los 100 nanómetros (nm) hasta el tamaño de los átomos (aproximadamente 0,2 nm).
Su objetivo es crear nuevas estructuras, materiales y aparatos para manipular la estructura de la materia. Ello abre la oportunidad de construir estructuras materiales novedosas y aplicaciones para el procesamiento, almacenamiento y transmisión de información. También se abre una gran cantidad de aplicaciones en el campo de la Química con implicaciones nanobiotecnológicas.
Por ejemplo, a largo plazo destaca, entre otras áreas, el potencial del autoensamblaje de la materia (fabricación de autoensambladores o nanofábricas y nanorrobots -si es que eso es técnica y físicamente posible). Así lo señala Gean Carlo Delgado, economista mexicano, en un artículo publicado en la Revista de Ciencias Ambientales, y autor de La amenaza biológica.
Sin embargo, pese a lo novedoso y el gran abanico de posibilidades ofrecidas por dicho campo de estudio de la materia, no están muy claras sus implicaciones biológicas a las especies ni al medioambiente. Esto se debe a que las propiedades aprovechables de las nanoestructuras y nanomateriales, varían abruptamente. Al respecto, la ingeniera ambiental Nora Savage, de la Environmental Protection Agency señaló:
“Los compuestos sobre los que tenemos datos toxicológicos, de destino/transporte o de bioacumulación/biodisponibilidad tal vez necesiten ser re-analizados. Por el hecho de que a nanoescala las propiedades químicas y físicas de la materia usualmente se alteran”.
Tal situación, podría significar un peligro importante por su gran nivel de toxicidad y reactividad, aunado a que algunas partículas no se pueden filtrar, e incluso se vuelven volátiles. Otro ejemplo son las superficies altamente reactivas a nanoescala de algunos materiales en comparación con su manipulación a macroescala, como el oro. The Royal Society, por su parte, ha señalado desde 2004 las implicaciones ambientales en relación con tal toxicidad y con la biodegradabilidad de las nanopartículas.
Es decir, la capacidad de estas partículas para interferir en funciones vitales de la diversidad de especies (incluyendo la humana), en el corto y mediano plazo. También señala la bioacumulación y persistencia de las nanoparticulas a lo largo de la cadena alimenticia como un factor digno de observación a detalle. Por otra parte, Vicki Colvin, directora ejecutiva del Centre for Biological and Environmental Nanotechnology de la Rice University, asegura:
“Si las aplicaciones de nanomateriales de ingeniería se desarrolla como se tiene proyectado, el incremento de concentraciones de nanomateriales en el agua subterránea y la tierra puede representar los canales de exposición más significativos para evaluar los riesgos ambientales”
Finalmente, los expertos hacen un llamado para determinar las características de los nanomateriales. Especialmente cuando interactúan con el medio natural y sus posibles transformaciones para determinar mecanismos de transporte o movimiento en aire, tierra y agua. Además de su capacidad de difusión, es decir, cómo se filtran, acumulan o transmiten en medios como la tierra, agua y aire. Así como la posibilidad de reciclaje o desecho, y analizar cómo se ven afectados el medio ambiente y las especies.
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