Contrafilo José García Segura. “El muerto que vos matáis” volvió a la pasarela para decir que está bien y de buenas, pero, sobre todo, para cerrarle el paso a especuladores y a uno que otro opositor. Dos días antes, congresistas miembros del partido gobernante habían hecho lo que les vino en gana con la Constitución […]
Contrafilo José García Segura.
“El muerto que vos matáis” volvió a la pasarela para decir que está bien y de buenas, pero, sobre todo, para cerrarle el paso a especuladores y a uno que otro opositor.
Dos días antes, congresistas miembros del partido gobernante habían hecho lo que les vino en gana con la Constitución y con “las leyes que de ella emanen”.
Bueno, hasta intentaron nombrar a un sustituto del mandatario- enfermo de Covid y otras cosas- vía mano alzada.
En un video grabado en Palacio Nacional y como que parodiaba al Tenorio exclamó: “el muerto que vos matáis goza de cabal salud”.
Un poco más en serio reconoció que le dio “el váguido” (desvanecimiento, o turbación de la cabeza, que ocasiona que la persona que lo sufre presente el riesgo de perder el sentido o caer, de acuerdo con el diccionario de El Colegio de México).
Cito: “Se me bajó de repente la presión y estando en una reunión con ingenieros militares, evaluando el Tren Maya como que me quede dormido. Fue una especie de vaguido”.
“Se me complicó porque me fui a una gira muy intensa, en Veracruz, por el cambio de clima, fui después a Quintana Roo, estuve en Mérida y ahí me hizo crisis”.
“El señor secretario pidió que me atendieran. Yo no acepté, los charoleé, les dije: él es el general secretario, pero yo soy el comandante supremo de las Fuerzas Armadas…”
“No hubo ninguna afectación en el corazón, el cerebro ni nada, decidí venir a la Ciudad de México, me trasladaron en una ambulancia área, pero no en camilla. Venia yo consciente”.
La salud de los jefes de Estado o de gobierno (Bashar al-Assad, presidente de Siria, Boris Johnson, primer ministro británico, Jair Bolsonaro (Brasil), Donald Trump y Joe Biden (Estados Unidos), Emmanuel Macron (Francia), Juan Orlando Hernandez (Honduras), Jeanine Añez (Bolivia), Alberto II (Mónaco), Mijaíl Mishustin (Rusia),
Alexander Lukashenko (Bielorrusia), Alejandro Giammattei (Guatemala), Andrzej Duda (Polonia), Abdelmadjid Tebboune (Argelia), Boyko Borissov (Bulgaria), Marcelo Rebelo de Sousa (Portugal), Armen Sarkisián (Armenia) y Andrés Manuel López Obrador (México), por citar solo a los que han dado positivo por COVID-19, su estado de salud será, siempre, un asunto de seguridad nacional.
Los datos personales del presidente de México -difundidos públicamente por el grupo Guacamaya- no es, pues, cualquier cosa. En buena medida orientan el comportamiento de los mercados y de la economía.
El aliado de las fuerzas armadas mexicanas insistía: “No perdí el conocimiento”.
Nunca son buenas las comparaciones, pero deje le digo que el gobierno de los Estados Unidos publicó oportunamente el Plan de Preparación para el COVID-19; es decir, la hoja de ruta para volver a las rutinas normales (proteger contra el COVID-19 y tratar esta enfermedad; prepararse para nuevas variantes; prevenir cierres de la economía y escuelas; vacunar a todos y salvar vidas).
México no lo ha hecho.
Las medidas de protección (vacunas, pruebas, tratamientos, mascarillas y más) se siguieron al pie de la letra. Joe Biden ya declaró el fin de esa enfermedad
En México el presidente Obrador está confinado.
Hay 217 millones de estadounidenses completamente vacunados. Según una estimación hecha en diciembre de 2021, las vacunas salvaron más de 1 millón de vidas y previnieron más de 10 millones de hospitalizaciones.
México “ya casi” cuenta con un sistema de salud tan equitativo que, sin importar raza, país de origen o condición económica todo mundo “sería” atendido de la misma forma que el presidente de la República.
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