“Las Diablillas Mestizas de Hondzonot” es un equipo mexicano de sóftbol que ha llamado la atención en México y alrededor del mundo.

Son 18 mujeres indígenas que juegan descalzas y con vestidos bordados a mano por ellas mismas. Dicen que juegan por amor al deporte y para romper estereotipos en su región.

Las edades de las integrantes van desde los 14 hasta los 40 años. Su amor por este deporte surgió hace tres años, cuando autoridades locales emprendieron un programa para enseñar un deporte a las mujeres. Aunque al final el apoyo gubernamental desapareció, ellas aprendieron a jugar béisbol. Usaron su ingenio para seguir jugando, pese a la falta de equipo — llegaron a usar incluso pelotas de tenis —, hasta que finalmente eligieron el sóftbol.

Ellas convirtieron el huipil, una prenda ligera típica de la región, en su principal uniforme, como una forma de portar con orgullo sus raíces y soportar las altas temperaturas de la región. Decidieron correr sin zapatos deportivos, pues se les ha hecho más cómodo y práctico.

“No sentimos muy orgullosas de portar ese traje que nos inculcaron nuestros abuelos y abuelas, familiares que ya murieron. Así, nos distingue más. Estamos orgullosas de portarlo, y con eso seguiremos jugando; no queremos otros uniformes. Nos sentimos cómodas con nuestros huipiles y jugamos descalzas porque es más rápido correr sin zapatos”, dijo a Zenger Alejandra Tuzmay, de 16 años, cátcher del equipo.

Gracias a la popularidad que su historia ha tenido con unos videos populares en redes sociales, el equipo de los Diablos Rojos de México, de la Liga Mexicana de Béisbol, con sede en la Ciudad de México, donó bates y guantes para “Las Diablillas”.

“Jugábamos sin guantes. Todo lo agarramos con nuestras manos. Nadie nos había volteado a ver y no teníamos equipo de juego. Por lo general, era prestado y a veces no podíamos jugar porque no era de nosotras, pero gracias a ellos tuvimos cada una su propio guante para jugar y eso se lo agradecemos de corazón”, dijo Fabiola Maychulim, de 30 años, capitana del equipo.

La popularidad de las “Diablillas” llegó a tal grado que, en septiembre, Stefanía Aradillas, la representante del equipo olímpico mexicano de sóftbol femenil y Premio Nacional del Deporte en 2020, las visitó para jugar junto a ellas. Esto motivó a Tuzmay a no desistir y seguir los pasos de Aradillas.

“Me conmovió mucho su historia. De chica, la discriminaron por ser mujer en una liga y no la dejaron jugar, aunque era muy buena”, dijo.

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Hondzonot es un poblado ubicado a 200 kilómetros de Chetumal, la capital del estado mexicano de Quintana Roo, en el sureste del país. Sus habitantes, 400 en promedio, hablan maya, una lengua proveniente de una de las culturas que predominaron en la región en la época prehispánica.

El ambiente de machismo que se vive en la región ha orillado a muchas mujeres a no desarrollarse ni alcanzar sus metas. Tuzmay dice que hay casos de mujeres que dejan sus estudios por falta de apoyo, lo que les dificulta tener más oportunidades laborales más adelante. Que haya mujeres en la calle no es bien visto, y menos practicando un deporte, dijo.

“La gente de aquí no está acostumbrada a ver señoras o mujeres jugando. Aquí, como dicen, ‘solo los hombres pueden o tienen derecho a salir’. Por el hecho de ser hombres son libres y pueden salir a jugar. Los deberes de las mujeres son dedicarse a su casa o a sus hijos, solo eso. Son machistas”, dijo Tuzmay a Zenger.

El panorama ha cambiado a partir que empezaron a practicar este deporte. Ellas cuentan que han inspirado a otras mujeres a seguir sus sueños.

Mirna May Tuyub juega como shortshop en el equipo. Es una ama de casa de 25 años y bordadora de huipiles. Para ella, no ha sido nada sencillo romper con este tipo de paradigmas en la región.

“Cuando practico, no niego que en verdad la mayoría de los señores no ha visto bien esto, pero estamos con la intención de que ellos cambien su forma de pensar y que vean que, como mujeres, que somos también valientes, podemos hacer deporte”, dijo Tuyub a Zenger.

El equipo de sóftbol de mujeres se reúne por las tardes para practicar y divertirse. Ofrece partidos de exhibición, debido a que no hay una liga profesional en el país. Esto no les impide ir tras otras metas.

“Tenemos el sueño de conocer a los Diablos Rojos, viajar a muchos lugares, conocer otros países, demostrar que, con nuestros huipiles y descalzas, podemos jugar este hermoso deporte. Hay muchas personas que quieren jugar con nosotras.  viajaremos a Querétaro. Estamos muy contentas, será nuestro primer viaje en avión”, dijo Tuzmay.

No pierden de vista la meta de seguir inspirando mujeres a conseguir sus sueños.

“Ser una mujer es un orgullo y por eso quiero decir a todas las mujeres, ‘ma’ cha’ka suulak kintaaj menu’unpi’it u muuk’ xiib’ [no dejes que el esfuerzo de un hombre te haga menos, en lengua maya]. Que no tengan barreras que las limiten”, dijo.

Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas