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Según un estudio de Textile Exchange, las fibras naturales representan solo el 30% del mercado textil global, mientras que las fibras sintéticas, como el poliéster, el nylon y el acrílico, dominan el 60% de la producción. La industria de la moda no sólo dicta tendencias cada día, sino que es una de las más contaminantes […]
Según un estudio de Textile Exchange, las fibras naturales representan solo el 30% del mercado textil global, mientras que las fibras sintéticas, como el poliéster, el nylon y el acrílico, dominan el 60% de la producción.
La industria de la moda no sólo dicta tendencias cada día, sino que es una de las más contaminantes a nivel global. Más allá de las emisiones de carbono y el consumo hídrico, existe una amenaza silenciosa que se esconde en cada ciclo de lavado, los microplásticos. Estas diminutas partículas, invisibles a simple vista, invaden los océanos a un ritmo alarmante. Y aunque pocos lo saben, la ropa podría ser parte del problema o de la solución.
Según la Fundación Ellen MacArthur, el 35% de los microplásticos que terminan en los océanos provienen de las fibras sintéticas de la ropa que se usa a diario. “Al lavar prendas fabricadas con materiales como poliéster, nylon o acrílico, las fibras sintéticas se desprenden y son arrastradas por el agua, finalmente llegando a los océanos.
Este fenómeno contribuye al aumento de los microplásticos, que son ingeridos por la fauna marina y pueden entrar en la cadena alimentaria, afectando tanto a los ecosistemas marinos como a los seres humanos”, expone Aloma García Font, Country Manager de GoTrendier en México.
Ante este panorama, la moda de segunda mano se posiciona como una alternativa real y efectiva para reducir el impacto ambiental del vestuario. Al reutilizar ropa ya existente, se disminuye la demanda de nuevas prendas y por ende, la producción de textiles sintéticos contaminantes, alargando la vida útil de las mismas y evitando que terminen en vertederos.
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