Miscelánea, salud y política. Judith Álamo López Está en tendencia hablar del beso robado a Jennifer Hermoso por Luis Rubiales. Lástima que pasó a segundo término la proeza de las españolas al conseguir el Campeonato Mundial de Futbol femenil. La polémica se centra en el hecho de que un superior jerárquico se permita besar en […]
Miscelánea, salud y política. Judith Álamo López
Está en tendencia hablar del beso robado a Jennifer Hermoso por Luis Rubiales. Lástima que pasó a segundo término la proeza de las españolas al conseguir el Campeonato Mundial de Futbol femenil.
La polémica se centra en el hecho de que un superior jerárquico se permita besar en la boca a una de sus jugadoras, sin haberle solicitado permiso, dejándose ganar por la emoción del momento. El hombre, azorado, trató de justificarse con el supuesto de que fue consensuado, la jugadora lo desmiente, y se hunde más.
Es interesante la escena del presidente de la Real Federación Española de Futbol negándose a renunciar y siendo aclamado por sus colegas asistentes a la asamblea, símbolo de que el machismo sigue fuerte en España. Y es que antes del beso, para festejar el triunfo se tocó los genitales sin importar que en el palco estuviera la Reina y la Infanta.
Parece que en el ámbito deportivo no ha permeado el cambio cultural que reclama respeto e igualdad entre géneros. El video tomado poco después del beso inapropiado, en el autobús, donde la capitana del equipo no estaba ofendida sino sonriente, bromeando junto con sus compañeras por lo ocurrido, prueba que las mujeres en todos los ámbitos de la actividad pública han normalizado el abuso de poder patriarcal.
Pero el clima de linchamiento contra Rubiales prueba que el mundo está cambiando, aunque las mujeres agraviadas tarden en comprender que no sólo es posible, sino que pueden y deben protestar cuando un hombre superior jerárquico se toma atribuciones físicas ajenas a su voluntad.
Ya en el siglo XVIII la feminista Mary Wollstonecraft decía: “Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas”. La espontaneidad o emocionalidad del momento no justifican que el hombre de posición superior asuma conductas que rebasen el respeto a la voluntad de la subalterna, como fue en este caso. Investigar si esta conducta es muestra de otras constitutivas de violencia sexual por parte del directivo, bueno eso ya sería un escalda del caso y dependería de existir otras denuncias.
La FIFA suspendió 90 días al presidente de la RFEF, mientras la madre de Rubiales, Ángeles Béjar, en protesta por la “cacería, inhumana y sangrienta” contra su hijo, se declaró en huelga de hambre y se encerró en la iglesia de la Divina Pastora de Motril de donde tuvo que ser trasladada a un hospital cercano.
El drama materno me recuerda cómo concluye un poema de Miguel Hernández: “…Eres madre. Sonríe. Ríe. Llora”, y yo agrego: actualicémonos para educar mejor a los hijos. Y claro que la polémica se exacerbó al hacerse global, porque el futbol es el deporte planetario más popular, pero es necesario que las autoridades del futbol español juzguen al acusado de forma justa, objetiva e imparcial, para crear un precedente en un deporte en el que las mujeres han irrumpido como protagonistas, desafiando estereotipos de género, y siendo inspiración para millones de mujeres que merecen trato igualitario, equitativo y respetuoso.
La falta de empatía con las mujeres y de políticas públicas para subsanar su problemática ha sido el sello distintivo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, por eso a las próximas aspirantes a la presidencia de la República hay que exigirles que se comprometan en resolver los temas que reflejan su alta vulnerabilidad.
Ya basta de impunidad frente a los feminicidios, de incompetencia para detener la desaparición de niñas y jóvenes con fines de esclavitud sexual, de incapacidad para crear registros de víctimas o controles forenses, de ineptitudes para sancionar la violencia en contra de mujeres desde la niñez, de inhabilitar albergues para mujeres acosadas, de maltratar a las madres buscadoras, de desigualdad e inequidad laboral, de consentir el trabajo doméstico no remunerado, etcétera.
En México, a punto de definirse las candidaturas presidenciales de Morena y del Frente Amplio por México, hasta antes de las 15:30 horas de este miércoles 30 de agosto, por primera vez en la historia, había tres mujeres aspirantes a puestos de elección popular: Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes.
Esta es buena noticia: estudios realizados sobre desempeño de mujeres frente a la pandemia de Covid-19 demostraron que los países gobernados por mujeres, por sus características humanistas y empáticas, su capacidad para escuchar y trabajar en equipo, entre otras, obtuvieron mejores resultados.
La priista Beatriz Paredes Rangel, pese a ser una política destacada, seguramente se saldrá de la contienda debido a que no le favorecieron las encuestas realizadas por el Comité Organizador del FAM. Entrevistada esa mañana adelantó que analizaría los resultados de dichos estudios de opinión y la resolución de su partido, que celebró hoy también una reunión nacional de los Comités directivos estatales y sectores.
A las 14:00 Horas se dieron a conocer los resultados de las encuestas: en la telefónica quedaron Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes 59.4-40.6%; en tanto que en la domiciliaria quedaron 56.8-43.2%, por lo que la diferencia favorece con 15 puntos a favor a la candidata propuesta por el PAN.
Quedaba aún por conocer aún la resolución de la aspirante priista. Pero desde el martes, Alejandro Moreno, “Alito” informó que el PRI reconocía que las encuestas no favorecían a la priista, que estaba arriba Xóchitl, candidata del PAN y de organizaciones sociales.
Como sea, el fenómeno Xóchitl acabó imponiéndose, y ni al PRI ni a los otros partidos del Frente Amplio por México, PAN y PRD les conviene dividirse frente a las elecciones del 2024, para competir por más de 20 mil puestos de elección popular.
El “amarrar navajas” de Palacio Nacional, incapaz de cumplir las leyes electorales sigue en su afán de desprestigiar a la oposición, sintiéndose el clarín de la verdad, insiste en su misión de confrontar a los partidos opositores, hasta estribillos burlones inventa, como “Beatriz aguanta, el pueblo se levanta”, insiste en que la elección de Xóchitl ya estaba planchada por la “oligarquía”, olvida que actualmente él es el oligarca mayor.
Es el Gran Elector de su movimiento y aliados (PT y PV), su protagonismo político electoral es tal que ha logrado convencer a varios influyentes periodistas de darle la razón al descalificar a la oposición.
Olvidan algunos analistas que el próximo miércoles 6 de septiembre conoceremos los resultados del procedimiento que Morena estableció para hacer realidad el deseo de López Obrador para designar a su sucesora o sucesor, por cierto, no se conformará con haber sido el destapador de seis corcholatas, y con ello haber cometido una regresión política al reeditar el “dedazo” priísta.
Tampoco admitiría el trabajo desarrollado ilegalmente desde Palacio Nacional para consolidar como favorita a Claudia Sheinbaum Pardo. Ni el mandatario ni Mario Delgado aceptarían haber montado una simulación presupuestando un gasto por cada uno de los 6 aspirante de 5 millones de pesos, porque en los hechos gastaron en promoción hasta cinco veces más en recursos de origen desconocido en onerosas precampañas que incluyeron centenares de mítines, pago de viajes a aspirantes y sus equipos de campaña, espectaculares, promocionales, etc.
Ahora, para mantener la atención pública en su declinante sexenio anunció que en una semana entregará “el bastón de mando” –tradición de los pueblos indígenas– adornado con listones multicolores a quien resulte el candidato oficialista. Y ya se habla del peligro que esto simbolice el deseo inconfesable del mesías tropical de mantener su predominio en el próximo gobierno.
No olvidemos que AMLO representa un proyecto autoritario, antidemocrático, de quien ha usado los recursos públicos y programas sociales sin trasparencia para favorecer a Morena en la competencia política.
Los comentarios están cerrados