En la Sala D del Museo de Arte Moderno (MAM) se abrió al público la exposición Enrique Echeverría. El umbral de lo abstracto, la cual reúne obras de todas las etapas creativas por las que atravesó el artista a lo largo de más de tres décadas de intensa actividad. Organizada por la Secretaría de Cultura federal […]
- La muestra permanecerá en exhibición hasta el 23 de junio de 2024 curso en la Sala D del recinto del Inbal
- Reúne cerca de 80 obras que dan cuenta de sus diferentes etapas creativas
En la Sala D del Museo de Arte Moderno (MAM) se abrió al público la exposición Enrique Echeverría. El umbral de lo abstracto, la cual reúne obras de todas las etapas creativas por las que atravesó el artista a lo largo de más de tres décadas de intensa actividad.
Organizada por la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través del MAM, Enrique Echeverría. El umbral de lo abstracto, sin ser una exposición retrospectiva, hace una exploración muy puntual por su dinámico lenguaje plástico a través del cual se reconstruye una historia de autonomía y libertad y de reinvención constante.
Con la curaduría de Lucía Peñaloza, jefa de Exposiciones Internacionales e Itinerancias del museo anfitrión, la exposición está formada por cerca de 80 piezas, entre óleos, collages, acuarelas, gouaches, tintas y su gran aportación: la acetografía, además de una serie de nueve fotografías que conforman un gran mural y dan la bienvenida al público visitante.
Con la representación de la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, Natalia Pollak invitó al público a conocer esta exposición, a la cual asistió la viuda del artista, la promotora de arte y curadora Ester Echeverría, y sus hijos Alejandro y Laura Echeverría, así como de un numeroso público.
La directora del MAM expresó: “Es un gusto reunirnos hoy aquí para celebrar la trayectoria de Enrique Echeverría (1923 – 1972), un pintor incansable que hizo de la pintura un campo inusitado al diluir los límites de la figuración y dar paso a la apuesta por la abstracción, así como a la experimentación respecto de las posibilidades formales, matéricas y compositivas de lo pictórico”.
Comentó que quienes conocieron a Enrique Echeverría coinciden en destacar su disciplina de trabajo –traducida en una producción prolífica– y su presencia mesurada, lo que lo convirtió en una figura aglutinante dentro del grupo de los jóvenes artistas que buscaban una renovación del lenguaje plástico hacia los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, pero también su apoyo fundamental para la consolidación de las galerías Proteo y Prisse, “espacios que promovieron las propuestas estéticas consideradas de Ruptura, siempre bajo un agudo sentido del humor cargado de inteligencia y delator de una singular creatividad”.
Mencionó que dicha exposición reúne obras de todas las etapas de su producción artística y antes que una muestra cronológica, se plantea como un recorrido que destaca las indagaciones y búsquedas plásticas que desarrolló Echeverría en su trabajo.
“Dueño de una técnica implacable –aseguró– Echeverría renunció a la comodidad de un estilo bien valorado por la crítica de su momento y prefirió situarse en la incomodad e incertidumbre que implica el cuestionar las propias certezas y discurso estético. Hizo del retrato y del paisaje géneros abiertos a la experimentación”, y agregó que “esa renuncia a lo legitimado y lo conocido es lo que le permitió abrir rutas hacia una abstracción en la que el color y la estructura espacial dentro de la composición fueron esenciales”.
La directora del MAM agradeció a la familia del artista su generosidad y apertura para desarrollar esta exposición y a coleccionistas e instituciones públicas el confiar su acervo para realizar la muestra.
Por su parte, Ester Echeverría consideró la exposición “un momento muy importante, porque Enrique estuvo muy involucrado en la creación de este museo y porque, por otro lado, desde 1980 no se había expuesto nada de él en este recinto”.
En un discurso breve, la promotora de arte recomendó que miren con atención esta exposición pensando en la etapa, en los años en los que se generó, para disfrutar del cambio y de la propuesta que hizo Enrique Echeverría con su pintura, dejando atrás la imposición de los conocidísimos y estupendos muralistas, pero que los tenían cotados, en una historia que es muy larga de contar.
De lo figurativo a lo abstracto
El artista nació en 1923 en la Ciudad de México y falleció en 1972 en Cuernavaca, Morelos. Realizó estudios de ingeniería aeronáutica en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) luego ingresó al taller del pintor español Arturo Souto. En 1944, por sugerencia del propio Souto se inscribió en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda.
Miembro destacado de la llamada Generación de la Ruptura, formó parte de la exposición inaugural de la Galería Prisse, fundada en 1952 por Alberto Gironella, Vlady y Héctor Xavier. Fue becado por el Instituto de Cultura Hispánica y realizó una estancia de estudios en España entre 1952 y 1954.
En México presentó su primera exposición individual en los salones de la Galería Proteo (1955) y dos años después la Fundación Guggenheim le otorgó una beca para radicar en Nueva York (de 1957 a 1958), donde entró en contacto con el abstraccionismo, corriente en la cual se desarrolló plenamente. Participó en diversas exposiciones, tanto individuales como colectivas, en México, Estados Unidos, Sudamérica y Europa.
La exposición Enrique Echeverría. El umbral de lo abstracto se presenta en la Sala D del Museo de Arte Moderno (Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec), hasta el 23 de junio de 2024.
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